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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

4/07/2015

70%

Retomo este blog con la esperanza de no volver a parar por los mismos motivos que me llevan a escribir esto.

Si os digo que el pasado mes de noviembre de 2014, concretamente el 25 del citado mes, podría haber muerto igual os sorprendo. Pero el objetivo de esto no es sorprenderos, sino concienciaros.

Casi muero porque en octubre del ya citado 2014 enfermé. Nada raro, un simple y corriente resfriado.

Y como hago en el cien por cien de los casos, antes de meterme mediación por mi cuenta me fuí al médico.

"Tiene usted una infección severa de las vías altas", "tómese este antibiótico", "vuelva si no se mejora". Y volví, vaya que si volví.

Volví tres veces porque el resfriado-sin-importancia mutó en bronquitis. 

Y la bronquitis mutó en una neumonía necrotizante que a su vez produjo un neumotórax secundario y obligó a que me interviniesen mediante toracoscopia.

Podría haber perdido el pulmón izquierdo en su totalidad.

Podría haber muerto por una sepsis ya que la infección fue tan bestia que me dejó sin glóbulos rojos y sin proteína.

Podría haber muerto porque el líquido pleural me encharcó un pulmón.

Pero, afortunadamente, no llegó a pasar porque conté con un equipo sanitario y médico alucinante.

Cuento todo esto porque cada vez que oigo que hay que ahorrar en Sanidad Pública me dan espasmos en el costado en el que llegué a llevar tres drenajes tras la intervención con técnica VAT.

Estuve seis horas en el quirófano cuando se esperaba que fuesen tres.

En mis tres visitas al médico de familia, previa cita y cumpliendo escrupulosamente con las normas de la sala de espera y la paciencia, solicité una radiografía.

No se consideró "necesario". Total, si aquello era una infección y no se auscultaban pitos y había bajado la fiebre porque me metieron cuatro chutes de penicilina 10000000. 

La cosa ya cambió cuando en la última visita caí a plomo con una taquicardia extrema que conllevó un presíncope.

Menos mal que me dio por desmayarme en el ambulatorio.

Una pena que no hubiera ambulancia. 

Un drama que tuvieran que trasladarme en coche particular hasta las Urgencias del Hospital Comarcal de La Vila Joiosa.

Y de allí al HGUA (Hospital General Universitari d' Alacant).

Un cuadro ver a nueve enfermeras y un cirujano de urgencias traspasarme el pecho porque me estaba ahogando.

Primer día de los cuarenta y siete que me esperaban.

No sé cuánto cuesta una radiografía. Pero si sé que no haberme hecho la correspondiente llevó a hacerme un TAC, que según el radiólogo equivale a 750.

TAC que determinó que la neumonía había avanzado inmisericorde y me había plagado el pulmón izquierdo.

El lóbulo inferior jamás se salvaría. Lobectomía es una palabra que hasta el 22 de diciembre no me sonaba de nada.

Mi proceso de curación llevó a más de 12 analíticas, diversos cultivos de sangre, una transfusión (dos bolsas como en los mejores capítulos de True Blood), 2 TACS más, unas 26 radiografías más (tengo cita para otra el 5 de mayo), tres 'maletas' de pleurevac, un bloqueo epidural, dos días en la UCI, una intervención que requería alta tecnología y un magnífico equipo de neumólogos y cirujanos torácicos luchando por mejorar mi salud.

No tenía ni colesterol. Ya es mala suerte haber pillado la bacteria más agresiva de los últimos tiempos.

Y sumemos a todo un proceso de rehabilitación que va para largo.

Esa es la tabla de resultados de la contabilidad sanitaria que he tenido que padecer.

Lo que más me alegró fue saber (y lo puedo jurar sobre la Biblia si hace falta) que los médicos de familia están cada día más coaccionados, que no pueden más, que no dan abasto, que no hay manera de trabajar así.

Deben ser "económicamente eficientes".

No os paséis con las pruebas que la gente es muy maniosa e hipocondriaca.

¡Qué más da si David Marzal esputaba sangre y estaba verde como un kiwi!

Ahorrad, coño.

Por eso decidí no interponer denuncia. Mi médico de cabecera hizo lo que buenamente pudo en un sistema ahogado por los que saben tanto de cuentas.

Yo no sé de cuentas, pero si de cuentos.

Y lo de la eficiencia es un cuento de los buenos.

Por su eficiencia económica casi me muero. La única manera fiable y recognoscible de diagnosticar con absoluta seguridad una neumonía es la vía radiológica. Había síntomas, pero no había oportunidad de pruebas para confirmarlo.

Mala suerte, chaval, Hay peores que tú.

A mí la vida me ha cambiado porque ya no podré jamás respirar al 100 por 100.

A ellos la tabla de cuentas de la contabilidad les ha salido cojonuda.

Yo jamás podré bucear y tendré que pedir permiso laboral cada tres meses para realizarme la espirometría y radiografía de rigor.

Ellos seguirán en sus poltronas vendiendo que la Sanidad Pública no es "sostenible".

Yo jamás podré olvidar el sufrimiento que esto ha provocado en mis parientes cercanos.

Tampoco la angustia que vivieron mis amigos y amigas.

Ya acabo.

La próxima vez que os digan que hay que ahorrar en Sanidad les podéis contar esto. O lo de vuestro vecino, O lo de vuestro pariente. O lo vuestro mismamente.

Les va a dar exactamente igual.

¿Sabéis qué no les da igual? Que no les votemos.

Yo casi me muero, pero el Colegio Electoral me pilla cerca de casa.

Mi capacidad pulmonar se sitúa en el 70%.

Suficiente para llegar a la urna a pie. Aún me sobrará un 50% para volver a contarlo.

[Lo único bueno que me queda de todo esto es haber conocido a los profesionales más impresionantes. A todos y a todas les llevaré para siempre en el corazón.]


David Marzal

Profesor de Secundaria y Escritor.