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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

7/29/2013

Catarsis del Dolor: Low Cost 2013

    El ser humano sintió el sonido desde la piedra, desde la rama, desde el agua estancada que reverberaba. El espacio y sus límites se configuran en sonidos e imágenes que a su vez se traducen en significados. Significados que te abordan, te acogen, te atrapan o te aman. La música es la sublimación sonora del significado, del ser, del existir. El silencio es la negación de la vida. Por eso en nuestro fuero interior necesitamos sentir el sonido. Sentirlo hondo, duro, real. Y a veces nos reunimos para conseguirlo.

                                     
El Low Cost Festival 2013 abrió sus puertas el pasado viernes y pocos éramos conscientes de lo que se iba a vivir en aquel espacio. Desde el minuto uno el ambiente estaba enrarecido...demasiadas expectativas, demasiados recuerdos. Por eso al Low Cost Festival le costó arrancar. Los primeros en romper el hielo dentro de la perfectamente equilibrada programación fueron Los Enemigos. Depurados, auténticos, bellos en su clasicismo, emocionantes en su reunión con el público. Concierto que se hizo corto, demasiado corto. Pero que marcaba la pauta. La batalla por el sonido iba a ser titánica. 

Y así fue cuando llegó el primer grande al escenario. Two Door Cinema Club se convirtieron en un trasunto de rock, pop y toques melódicos propios del mundo clásico. Cuando aquella figura pálida, vestida de verde San Patricio y cabellos rojizos como hilos de cobre salió a escena se mascó el nerviosismo. Y no defraudaron. Su sonido fue el de la fiesta, el del barullo, el del niño que nace y llora, el sonido joven que aún no ha aprendido a disimular sus faltas. Sonido potente que tuvo con Handshake su momento cumbre. Buen sabor de boca...pero no suficiente. Luego llegaría Lori Meyers y nos brindaría un concierto energético, blindado al paso del aburrimiento pero con un tracklist que adoleció de visiones vocales más profundas. Sonido adolescente, sonido sano, sonido que crece, que suda, que muestra el pecho y mueve el culo para demostrar su fuerza. Lori Meyers tan buenos como siempre pero no tanto como siempre. El listón aún por romper. Luego llegarían las sesiones DJ y una de las rarezas más reveladoras: Chk Chk Chk! Que nadie sabe cómo se pronuncia, pero joder como suena. Holly Cow. Si me pones a un tío con calzos de Los Beatles, espasmos, coreografías más locas que Amy Winehouse en una bañera y una voz que trasmutaba del lírico al afónico...Me has ganado. Ojo con la locura de Chk, Chk, Chk! que promete momentos brillantes en el futuro. Sonido loco, irracional, espasmódico, sonido de follar.




          Agotados los cartuchos del primer día, entrábamos en el segundo menos vírgenes, menos puros, más sucios. Y la tarde se convirtió en magia gracias a unos Miss Caffeina que fueron el sonido del trabajo, de la dedicación, de la pasión, de la humildad. Potentísimos, brillantes, entregados, terciopelo sonoro que se rasgaba con unos guitarreos supremos y unas melodías que se cantaban. Sol abrasador y todo da igual. Miss Caffeina hace honor a su nombre y levantan a un muerto. Apoteosis vocal y letras llenas de poesía. Somos una marca de champú, un enjambre azul de casas dibujadas desde la autopista. MM, temazo sin parangón...Y un Hielo-T versionado que ponía los pelos de punta para cerrar el que sería inicio de un día bestial. Luego llegaría Belle & Sebastian con un concierto que tuvo su clave en los fans. Y el momento labios pintados del cantante o fans en el escenario que animaron mucho a los presentes.



Recuperados de la euforía le llegaba el turno a PORTISHEAD. Y aquí me paro y respiro y cierro los ojos. Que Portishead fuesen único concierto en España ya era un hecho apoteósico, que fuese en Benidorm una rareza sin parangón, que además puedas verlo en primera fila una aventura...Sí, lo vimos en primera fila. Y Beth Gibbons nos apabulló, nos pateó el alma, nos deglutió, nos escupió y amasó con la belleza de cada sílaba. Es imposible describir qué es Portishead. Nadie lo sabe. Pero llevan más de 20 años haciendo arte. Sí, arte. Porque Portishead fue el sonido de la madurez y la conciencia de la muerte. Oirles viendo como Beth vocalizaba entre susurros y el sonido reverberaba, literalmente, contra nuestro pecho, nos llevó a un límite mental que jamás había experimentado. Aquella pantalla enorme que reflejaba nuestro mundo se rompía en estallidos de luz, se abría como flores o disparaba como fusil. Sin concesiones, sin piedad, sin pausa. Y al sonar Wandering Star me desmoroné, me quemó por dentro...The Rip, Roads...Cada tema era un mundo y un sentimiento. Y  entonces Glory Box suena y más de 23000 personas estallan en una ovación apoteósica. Y ese silencio de la muerte se rompe...Y revivimos llenos de vida para corear Give me a reason to love you...Agotados emocionalmente, descubrimos que la música nos ha transformado.
El Low Cost  tiene un antes y un después de ese concierto. El que marca la línea entre un festival para música de divertimento y un espacio para la música como arte. Beth incluso bajó al foso y dio manos y abrazos y besos. Y la pude tocar y sentí que aquella mujer había hecho un milagro: Descubrirnos que seguíamos siendo rama, piedra y agua estancada.



Tras Portishead llegaron los Dorian con un concierto de corte clásico. El público vibró de manera increíble. Pero los que llegábamos a ellos desde Portishead estábamos en otro plano de realidad. Tras ellos, Mendetz partieron el escenario en un concierto que me dijeron fue espectacularmente bueno. Y Monarchy nos brindó un espectáculo visual y sonoro maravilloso que quedaba pequeño ante la increíble aura que había dejado Portishead en aquel escenario.

Último día, domingo. Entre la melancolía del agotamiento y la tristeza de saber que lo del sábado era irrepetible...Pobres de nosotros. La aparición de Zahara en el escenario fue tan total...Hay que tenerlos cuadrados para vestir ese mono naranja fluor que te marca hasta el alma. Y coger una guitarra y marcarte un concierto que te transporta al rock más duro. Sí, amiguitos, Zahara rockera y haciendo unos raves y unos agudos que dejarían loca a la misma Alanis Morissete. ¡Qué voz! Sin duda la mejor voz femenina del festival. O eso me pareció a mí.

Pero, ay amiguitos y amiguitas, qué inocentes habíamos sido. Cuando Love of Lesbian salieron al escenario algo pasó...Llegó el sonido que es todos los sonidos en uno: El de la vida. Nos sentimos tan vivos que dolía. Desde los primeros compases de La Noche Eterna flipamos. Dos horas del que probablemente sea mejor concierto de la historia del grupo. La piel se nos electrizó, lloramos, gritamos, bailamos, nos entregamos hasta perder la cabeza. Nos arrastramos de alegría porque estábamos, de nuevo, vivos. Vivos en este país jodido hasta la médula. Vivos y de nuevo seguros. Durante dos horas fuimos energía pura, comunión y catarsis del dolor. 20000 personas gozando de la vida y llorando de felicidad. Tema tras tema sentimos que estábamos formando parte de la historia. De esa historia que consiste en contar que alguna vez estuviste en alguna parte para ver alguna cosa. Al sonar Los Seres Únicos dedicado a las víctimas y voluntarios del accidente de Galicia nos rompimos, estallamos, renacimos. Luego vendría la apoteosis con 1999, Si tu me dices Ben, yo digo Affleck, Algunas hierbas, Cómo me amo, Pizzigatos, Miau y Fantástico. Pero esa despedida con Oniria e Insomnia marcó el cúlmen. Love of Lesbian se superaron a si mismos, se convirtieron en el centro mismo del universo, trascendieron a lo musical pasa a convertirse en una parte de la vida de los que allí estábamos. Love of Lesbian debería presidir este país y seríamos más felices.



 Tras tamaño momento nos disgregamos. Yo acabé en un concierto de esos que llaman para minorías...Standstill. Presentaban Cénit, espectáculo de su álbum Hacia la luz. Último espasmo, última sorpresa. La mejor definición para el concierto de Standstill fue manjar sonoro. El sonido podía masticarse por ser tan intenso, todo retumbaba, las imágenes asombraban...Era una lucha. La lucha del sonido que se está apagando porque se viene el final definitivo y te resistes. Era una lucha entre la felicidad y el dolor de acabar aquel festival. Nos agarramos como lianas a cada nota, aullamos notas de intensidad brutal, nuestra piel desprendía energía. Standstill nos atravesó y nos llevó al Cénit. Morimos. Sí, algún día morimos. Pero siempre seguiremos siendo ramas, piedras y agua...que ahora puede fluir.



 David Marzal Escritor y profesor. Lower.