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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

8/31/2012

CARNE PICADA

Nos han quitado Carne Cruda, uno de los programas más fascinantes y modélicos de la radio pública española. Nos lo han robado a traición, con satrapía, como las ratas de cloaca de dientes venenosos carcomidos por la mierda clavan el puñal del incisivo en la piel de sus víctimas. Nos han dejado huérfanos de modernidad y estilo propio, de canciones irrepetibles y de entrevistas jodidamente buenas. Nos han tocado, así, como asesinos de la libertad, la más profunda base de toda libertad posterior: La de expresión.

Sin libertad de expresión no hay Democracia. Me dirán que eso no es así. Que la democracia es otra cosa. No, señoras y señores, la Democracia NO es otra cosa, ES simplemente libertad de expresión. Y pasaré como viene siendo habitual a hacer un recuento de víctimas, afortunadamente no mortales:

Aquí es donde ustedes esperarían ver algún nombre escrito. Alguna identidad reciente. Alguna clave. Pero solo hay una identidad clara y profunda: Honestidad. Cuando se mata la libertad de expresión no se mata el periodismo, sino la honestidad. El periodismo, amigos y amigas es un invento reciente históricamente hablando. Podría llamarse de cualquier otra manera y seguiría existiendo porque se ha convertido por méritos propios en una cuerda del poder. Una atrapante soga que nos ahoga con versiones oficiales. Y no, no me refiero al periodismo honrado, de calle, decidido y valiente de miles de profesionales. 

Me refiero al periodismo de despacho, mamada y whisky caro. Ese hedihondo y naftalítico periodismo de chaqueta blazer podrida de millones que se arrastra lamiendo las mopas y alfombras de este u otro partido. Porque no nos equivoquemos. Aquí todos son iguales pero algunos disfrutan censurando más que otros. Algunos incluso lo hacen para demostrar su "autoridad" ¡JA! ¿Autoridad? Me río yo de su puta autoridad. 

Les voy a explicar qué es la autoridad. Autoridad es estar en el lugar que corresponde porque uno merece estarlo en base a su esfuerzo y mérito contrastado y hacerlo desde la humildad de saber que siempre por muy alto que subas siempre alguien está arriba. Eso es autoridad. Y si quieren comprobarlo entren en un aula y griten silencio con cara de mala hostia y luego en otra no griten, solo observen, analicen y digan que ustedes están allí para ayudar . Se sorprenderían del resultado. 

Libertad de expresión, sí, eso que es la base fundamental del liberalismo (no me confundan con la bazofia pseudoliberal y conservadurista que es el PP por favor) y ha dado paso a periodos intensos de creatividad, libertad, sexualidad, amor, libros, estudios, derechos humanos y un sinfín de cosas más. Luego vendrán eso sí con su maloliente boca de puro caro y su corte de pelo ridículo de puro antiguo o moderno a explicarnos o bonita que es la Democracia. 

Y entonces yo, desde este blog humilde, autofinanciado, sin publicidad ni dependendencias posibles, les contestaré que pueden meterse ESE modelo de Democracia por donde les quepa. Que ese modelo de Democracia que dilapida la libertad de expresión y dilapida la dignidad de miles de profesionales por un plato de lentejas es más pervertido que la prensa del comunismo ruso o el nazismo alemán. Que esa aura impoluta de soberbia democrática cuando al mismo tiempo se cargan sus bases fundamentales (Igualdad, Separación de Poderes, Legalidad y Libertad de Expresión) les delata como el tipo de escoria que son.

A mi me pasa hoy como a Javier Gallego: Ya ni me vencen, ni mucho menos me convencen. Ya tengo meridianamente claro quién es quién en este juego de máscaras hechas con carne picada de las víctimas.  No teman. No hace falta más que esperar. Las ratas cuanto más hambrientas están, cuanto más rabiosas y lanzadas se ponen acaban comiéndose entre ellas. Suerte a Javier Gallego en su nueva andadura como parado y desgracia a los hijos de puta que hacen que siempre paguen los platos rotos los mejores. 


David Marzal

Escritor y profesor.

8/12/2012

LA MÁQUINA DE PENSAR

Charles Bukowski, polifacético y contracultural autor de la Beat Generation, cuenta entre sus obras con un magnífico fresco social titulado La máquina de follar. Leamos un breve fragmento: 

- ¿Qué hay de nuevo, Tony? -pregunté.
- Es todo una mierda -dijo Tony.
- Entonces no hay nada nuevo.
- Mierda -dijo Tony.
- Ay, mierda -dijo Mike el Indio.

La situación referida anteriormente se lleva a cabo en un bar. Obsérvese el acierto descriptivo de este diálogo al hacer uso del sustantivo mierda en reiteradas ocasiones. Y óbservese también como Tony y el Indio podrían llamarse Pepe, José, Gabino o Ángel. Pura sincronía de la realidad constante.

Cito este ínfimo fragmento porque en España esta es la situación más recurrente. Ya no hay nada nuevo. Todo nos parece una mierda. Pero, a veces, pienso, la solución sería sencilla: Tenemos que crear una máquina de pensar.

La máquina de pensar sería indolora e insonora y se instalaría en el cerebro humano al nacer. Si esa máquina existiese serviría como registro para todo aquello que pensamos y nos serviría para cumplir diversos objetivos. El primero sería no mentir. Porque claro, si uno miente está falseando lo que piensa y eso no está bien. El segundo sería no contradecirse porque cómo íbamos a poder hacerlo si nuestros pensamientos estarían a la luz de todos. Y el tercero sería hacer visible la intención del discurso pues nada mejor que conocer lo que otro piensa para verle venir de lejos.

Prueba-Ensayo 1: En el cerebro de un trabajador.

El sujeto 123456 pensó con 16 años que iba a ser rico si trabajaba mucho y honradamente. A los 17 empezó a trabajar mucho y honradamente. A los 19 le despidieron por quiebra de la empresa. A los 21 volvió a trabajar cobrando un veinte por ciento menos y pensando que aún podía hacerse rico. A los 25 le redujeron el sueldo otro diez por ciento y entonces pensó que mejor trabajar el doble. A los 30 pensó que con lo que ganaba podía tener una casa, venderla y hacerse rico. A los 31 firmó la hipoteca pensando que había hecho una inversión de futuro. A los 34 perdió el trabajo por tercera vez por quiebra de la empresa. Pensó que tenía dos años de subsidio de desempleo. A los 36 pensó que jamás sería rico. A los 37 no pudo hacer frente a la hipoteca y pensó que alguien le ayudaría. A los 37 1/2 nadie le había ayudado y pensó que eran todos unos hijos de puta. A los 38 le embargaron. A los 38 1/4 acudió por primera vez a Cáritas. Pensó que todo era una mierda.

Prueba-Ensayo 2: En el cerebro de un empresario.

El sujeto 654321 pensó con 16 años que debía montar un empresa para ganar dinero y ser rico. A los 21 acabó la carrera y pensó que ya era empresario. A los 23 solicitó el primer crédito para su empresa pensando que el banco estaba de su lado. A los 24 montó su pequeño negocio de venta de vibradores. A los 26 ya tenía tres comercios de vibradores. A los 29 el banco le denegó el crédito pese a haber vendido muchos vibradores. A los 30 cerró dos de los tres comercios pensando que mejor prescindir de una parte que acabar con el todo. A los 31 el único comercio que le quedaba bajó las ventas de vibradores en un 60%. Ante la insostenible situación acudió de nuevo al banco y le dijeron que el grifo estaba cerrado. A los 32 pensó que si no hubiera pagado tantos impuestos, trabajado de manera honesta y montado una tienda de vibradores cuando lo que estaba de moda eran las muñecas hinchables quizás ahora no estaría en la puerta de Cáritas. Pensó que todo era una mierda.

Prueba-Ensayo 3: En el cerebro de un político.

El sujeto 987567 pensó con 16 años que tenía que cambiar el mundo. A los 17 se afilió a un partido político para cambiar el mundo. A los 18 pensó que si trabajaba en el partido de manera honrada podría cambiar el mundo. A los 20 pensó que además de cambiar el mundo podía hacerse rico. A los 21 pensó que solo siendo votado por el empresario y el trabajador él podría cambiar el mundo. A los 22 pensó que diciendo al empresario lo que quería oir y al trabajador lo que necesitaba oir acabaría gobernando el país. A los 29 fue elegido secretario general de su partido y pensó que era un exitazo y que él era más listo que el empresario y el trabajador. A los 35 se presentó a las elecciones generales y arrasó. A los 35 1/2 se rodeó de 16545 sujetos pensantes más para cambiar el mundo y seguir dando al empresario y al trabajador lo que deseaban. A los 40 había endeuado al mundo en un 100% de su PIB. A los 41 fue descubierto por el trabajador y por el empresario que le habían votado. A los 42 dejó la política, pensó que el mundo era una mierda y se fue a pasar el trauma de su desastrosa gestión a una cabaña en Hawai rodeado de putas y coca. Pensó que el mundo era una mierda.

Prueba-Ensayo 4: En la mente de un periodista.

El sujeto 546378 pensó con 16 años que nada mejor que contar los hechos para saber la verdad. A los 21 acabó la carrera y pensó que era un gran profesional. A los 22 fue contratado como becario por un medio de comunicación y pensó que podría aplicar sus conocimientos. A los 24 recibió el primer ascenso. A los 28 ya era director de su sección y recibió la visita del sujeto 987567 que le dijo que si le ayudaba a ganar las elecciones el sujeto 123456 y el sujeto 654321 serían felices. Ayudó a ganar la campaña y las elecciones y recibió felicitaciones por parte de todos. De hecho, el sujeto 987567 le aseguró un cargo de consejero delegado en la televisión pública. A los 35 años pensó que no había nada de malo en maquillar un poco la realidad. A los 36 recibió la primera denuncia por manipulación informativo. A los 37 le echaron por privatización del medio realizada por el sujeto 987567. A los 38 no pudo hacer frente a sus deudas y acabó comiendo en Cáritas con el sujeto 123456 y el sujeto 654321. Pensó que el mundo era una mierda cuando en la nueva televisión privada dijeron que el sujeto 987567 estaba en Hawai gastándose el dinero de la privatización en putas y coca.

En este momento la Máquina de Pensar se para. El técnico quiere volverla a poner en marcha. Pero la Máquina de Pensar se resiste. Huele a humo. La máquina se ha quemado. Pero antes de romperse emite un mensaje cifrado que dice así: "Pedazo de inútiles. Stop. Sois lo peor. Stop. Solo pensáis en vosotros mismos. Stop. Os lo tenéis bien merecido. Stop. Yo almenos no pasaré hambre. Stop. Ha ha ha. Stop"
El técnico que ha quedado perplejo llega a una conclusión: Pensar es malo. Y así empezó la sociedad de la nueva era. ¿Verdad que parece alucinante? ¿O no?

David Marzal
Profesor y escritor.

8/09/2012

LA ELEGANTE PLEITESÍA.

Algo me ha sorprendido siempre de los seres humanos y es su pasión por la sumisión. La sumisión es sin duda una amable vestidura que creemos nos puede deparar éxitos futuros. Haz lo que te digan y no tendrás problemas, suelen aconsejar los padres. Tú no te metas en problemas y te ahorrarás disgustos, dicen los profesores. Mejor callar, es lo que hay, dicen los amigos. 

Y el ser humano se va volviendo dúctil, afable, educado ante el abuso, impasible ante la oleada de inmoralidad pensando que su sumisión será alimento suficiente para el monstruo del cinismo. Sumisos y arrastrados ríen las gracias de los abusadores, aplauden los chascarrillos insufribles de los sátrapas y sonríen feroces ante las feroces garras del poder. Poco a poco el ser humano pasa de ser dúctil a ser duro. Tan duro como un bloque de hielo falto de empatía. 

Hago esta introducción porque es importante recordar el nivel de podredumbre al que estamos llegando. Ya no hablamos de teorías dispersas sobre la felicidad y sus ambiciones, del futuro arrebatado por la mano tétrica del mercado o de la insufrible desazón de los ojos vacíos de crítica. Ahora hablamos de algo tan tangible como el hambre. 

Sánchez Gordillo, Gordi para los amigos y Sindicalista para los enemigos, ha montado lo que en romance popular se llama "un pollo". Bueno, realmente más que robarlo hurtó, sustrajo o robó (ese criterio se lo dejamos a la Judicatura) varios pollos. Pollos y muchos alimentos más. Para dar de comer a los más necesitados. Y fíjate por donde todas las iras que jamás se habían levantado surgieron del averno. Legalidad, gritaban unos, Justicia, gritaron otros. Y todos víctimas de una performance genial. ¿Alguien cree que Gordi no hubiese podido ir a comprar los mismos alimentos? Pues claro que podría haberlos comprado e incluso repartido haciendo colas en zig zag. Pero ese no era el objetivo. ¡Ay, la sociedad de la información fast food!

Si Gordi la ha hecho que la pague. Pero por donde no paso, hablo por mi, es por el torticero discurso de nosotros los buenos estamos en contra de todo mal. Miren no, no nos tomen por gilipollas. A ustedes les importa un huevo que la gente se muera de hambre. ¿Ofendidos? Repasen el mapa de África. A ustedes se la trae al pairo que haya miles, millones de familias ya, sin ningún sustento. Miren el mapa de España. Y sobre todo, a ustedes les importa un comino que le roben. Entre otras cosas porque llevan años haciéndolo y nadie ha respondido como debiera. 

Y no me refiero a alimentos. Me refiero a cosas más inmateriales. Les han robado el futuro montando una pantomima de vida laboral que solo provoca frustración. Les han robado el alma con una materia llamada dinero que pervierte aquí y allá. Les han robado la visión con un mundo publicitario indolente y lleno de clichés. Les han robado la capacidad de elegir reduciendo todo a un criterio de provecho y no provecho. Les han robado la ilusión a base de pragmatismo. Y ante todo les han robado la dignidad porque ustedes, sí, los que tan poco se enfrentan a la realidad, han comprado un discurso mortal de beneficios y éxito que se esfuma. Ustedes, señores de la izquierda de supermercado, han perdido muchas veces porque en todas las partidas pensaron que las cartas del contrario no estaban marcadas. Y hay partidas que deben ser jugadas con barajas propias. 

Ahora podemos seguir haciendo performances de supermercado, subirnos a un pino en pelotas o cantar una saeta amarrados a un rejal. Pero mientras no tomen conciencia de que lo que hay derribar es el territorio de la caridad para cambiarlo por el de la justicia social no habrán solucionado nada. 

Pueden seguir aplaudiendo a Gordi. O pueden empezar a hacer comida para sus convencinos. Pero almenos dejen ya la elegante pleitesía. 

David Marzal 

Escritor y profesor.