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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

8/09/2012

LA ELEGANTE PLEITESÍA.

Algo me ha sorprendido siempre de los seres humanos y es su pasión por la sumisión. La sumisión es sin duda una amable vestidura que creemos nos puede deparar éxitos futuros. Haz lo que te digan y no tendrás problemas, suelen aconsejar los padres. Tú no te metas en problemas y te ahorrarás disgustos, dicen los profesores. Mejor callar, es lo que hay, dicen los amigos. 

Y el ser humano se va volviendo dúctil, afable, educado ante el abuso, impasible ante la oleada de inmoralidad pensando que su sumisión será alimento suficiente para el monstruo del cinismo. Sumisos y arrastrados ríen las gracias de los abusadores, aplauden los chascarrillos insufribles de los sátrapas y sonríen feroces ante las feroces garras del poder. Poco a poco el ser humano pasa de ser dúctil a ser duro. Tan duro como un bloque de hielo falto de empatía. 

Hago esta introducción porque es importante recordar el nivel de podredumbre al que estamos llegando. Ya no hablamos de teorías dispersas sobre la felicidad y sus ambiciones, del futuro arrebatado por la mano tétrica del mercado o de la insufrible desazón de los ojos vacíos de crítica. Ahora hablamos de algo tan tangible como el hambre. 

Sánchez Gordillo, Gordi para los amigos y Sindicalista para los enemigos, ha montado lo que en romance popular se llama "un pollo". Bueno, realmente más que robarlo hurtó, sustrajo o robó (ese criterio se lo dejamos a la Judicatura) varios pollos. Pollos y muchos alimentos más. Para dar de comer a los más necesitados. Y fíjate por donde todas las iras que jamás se habían levantado surgieron del averno. Legalidad, gritaban unos, Justicia, gritaron otros. Y todos víctimas de una performance genial. ¿Alguien cree que Gordi no hubiese podido ir a comprar los mismos alimentos? Pues claro que podría haberlos comprado e incluso repartido haciendo colas en zig zag. Pero ese no era el objetivo. ¡Ay, la sociedad de la información fast food!

Si Gordi la ha hecho que la pague. Pero por donde no paso, hablo por mi, es por el torticero discurso de nosotros los buenos estamos en contra de todo mal. Miren no, no nos tomen por gilipollas. A ustedes les importa un huevo que la gente se muera de hambre. ¿Ofendidos? Repasen el mapa de África. A ustedes se la trae al pairo que haya miles, millones de familias ya, sin ningún sustento. Miren el mapa de España. Y sobre todo, a ustedes les importa un comino que le roben. Entre otras cosas porque llevan años haciéndolo y nadie ha respondido como debiera. 

Y no me refiero a alimentos. Me refiero a cosas más inmateriales. Les han robado el futuro montando una pantomima de vida laboral que solo provoca frustración. Les han robado el alma con una materia llamada dinero que pervierte aquí y allá. Les han robado la visión con un mundo publicitario indolente y lleno de clichés. Les han robado la capacidad de elegir reduciendo todo a un criterio de provecho y no provecho. Les han robado la ilusión a base de pragmatismo. Y ante todo les han robado la dignidad porque ustedes, sí, los que tan poco se enfrentan a la realidad, han comprado un discurso mortal de beneficios y éxito que se esfuma. Ustedes, señores de la izquierda de supermercado, han perdido muchas veces porque en todas las partidas pensaron que las cartas del contrario no estaban marcadas. Y hay partidas que deben ser jugadas con barajas propias. 

Ahora podemos seguir haciendo performances de supermercado, subirnos a un pino en pelotas o cantar una saeta amarrados a un rejal. Pero mientras no tomen conciencia de que lo que hay derribar es el territorio de la caridad para cambiarlo por el de la justicia social no habrán solucionado nada. 

Pueden seguir aplaudiendo a Gordi. O pueden empezar a hacer comida para sus convencinos. Pero almenos dejen ya la elegante pleitesía. 

David Marzal 

Escritor y profesor. 

1 comentari:

  1. Si a un pobre le das un pez comerá hoy, si le enseñas a pescar comerá todos los días. Algo tan sencillo como eso no parece entrar en los planes de nuestros gobernantes que en lugar de incentivar el empleo, debilitan derechos y prestaciones con la pretensión de que la caridad ocupe el lugar que a la justicia social le corresponde. Cuando un pueblo pide tierra para trabajar y así comer de sus frutos ¿qué alternativa le queda si las autoridades desoyen?

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Es prega sinceritat. Se ruega sinceridad.