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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

4/26/2012

A LOS HIJOS/AS

Queridos hijos/as:

          Probablemente no tengais aún la capacidad suficiente para entender qué están haciendo con vuestro futuro. Para hacer posible esta comprensión os lo intentaré explicar en esta carta. Vereis, el mundo se compone básicamente de dos cosas: La gente que tiene voluntad de crecer y la gente que prefiere quedarse pequeñita. No hablo de lo físico, evidentemente, sino de lo mental. Las personas que desean crecer suelen ser personas sacrificadas, constantes y luchadoras. Las personas que prefieren quedarse pequeñas suelen ser conformistas, inmovilistas y bastante vagas. Si os preguntasen a qué grupo de los dos escoger seguro que elegís el primero. 

Pero eso, queridos hijos/as, es la teoría. El mundo se compone realmente de las personas que pueden crecer y las que no pueden hacerlo. Evidentemente, la inteligencia no se compra y si uno es muy muy tosco pues se dedicará a otras cosas que pueden ser (o no) igual de dignas que las que hagais vosotros habiendo estudiado. Lo que nunca os han explicado es por qué unos pueden y otros no. Pues vereis, el mundo funciona por una cosa llamada dinero. Ese dinero lo mueve todo y quien más tiene, aunque sea un inútil, acaba ganando la partida. Tener dinero no es ni bueno ni malo. Tampoco te hace mejor ni peor. Pero sí que permite llegar con más facilidad donde quieras ir. Entre esos lugares se encuentra la Universidad. 

La Universidad es el grado más alto de nuestra educación, o mejor dicho, el escalón más alto. En eso, he de decir, también os han mentido. La Universidad debería ser el escalón más alto pero se ha convertido en el escalón más complaciente. Se asombran algunos de cómo está la Universidad, de los ránquins de prestigio o de la lista tal y pascual. La explicación, queridos hijos, es muy simple: La Universidad no falla en si misma falla en su sistema de selección. Sí, eso que vosotros llamais Selectividad y que tanto os asusta. 

Si este país fuese un país serio (eso tampoco podeis entenderlo ahora) convertiría la Selectividad en lo que debe ser: Una barrera para que pasen los mejores. Pero como aquí nos gusta ser bienquedas y abrir el grifo de la amabilidad pues nos dedicamos a hacer que miles de alumnos pasen sin problemas. Claro que ahora me direis: Pero si yo quiero hacer medicina y me piden un 9'8 de nota. Cierto. Medicina. Ingeniería...¿y las 148 restantes? 

Tampoco os han explicado nunca que  si no podeis pagar vuestra matrícula sereis inmediatamente expulsados independientemente de vuestro talento o capacidades. Olvidaros de las becas que eso ya no existe. Tampoco os dijeron que estudiar no os garantiza un trabajo. Hay muchos de lo vuestro. España es afortunadamente un país lleno de inteligencias supremas que chorrea cultura y devoción por el arte y cuenta con gente hiperpreparada como todos sabemos. Vostros, hijos mios, lo teneis crudo porque hay muchos de lo vuestro.

Y, por último, creo que tampoco os explicaron nunca que hay un factor imprescindible para salir vivo de la Universidad: Que te toque un ministro/a en condiciones. Yo soy de la época universitaria en la que Aguirre dirigía los destinos de la Educación desde su privilegiada cosmovisión neoliberal. Aquellos maravillosos finales de los 90 donde nuestras facultades desprendían oro brillante y diamantes en los pupitres adornaban nuestros ojos al tiempo que Sénecas y Descartes luchaban por impartirnos clases. Sí, ¿no os acordais? Esa época que luego fue seguida de la maravillosa Pilar del Castillo con sus lecciones de Historia de España comme il faut y sus lecciones filológicas sobre los absolutismos monárquicos. Sí, aquella que fue seguida de un tal Gabilondo que adornaba muy bien las fotos pero no movía un dedo por cambiar nada. ¿Rajoy? ¡Ah sí, es verdad...también fue ministro de Educación!. Una gozada. Lo pasábamos bomba. 

Ahora, hijos mios, tras haber pasado el huracán Zapatero han llegado los buitres. Y vosotros sois su comida. Os van a sacar hasta los higadillos y los ojos al tiempo que os visten de gala y os hacen creer que sois gente súper cool y afortunada por poder estudiar. Cuando os digan lo afortunados que sois por poder estudiar, hacedme caso, desconfiad al máximo de esa persona. No sois afortunados por poder estudiar: Lo sois por saber aprender, querer aprender, ser gente que quiere crecer. La Universidad, hijos mios, está llena de inútiles, de vagos, de paseantes mortecinos, de gente ineficaz...pero también de gente alucinante y bien preparada, luchadora e innovadora. Sí, la Universidad, hijos mios, es como el mundo. Por eso en estos momentos está hecha una mierda. 

Solo os daré un consejo: No consintais que nadie os secuestre el derecho de poder estudiar. Os hablarán de fórmulas mágicas y de fórmulas imposibles pero al final lo que cuenta es que querais y también podais. Así, quizás algún dia, podais explicar a vuestros hijos que quizás estudiar no te garantiza un trabajo, a lo mejor ni la felicidad, pero te da sin duda la visión del mundo suficiente para reconocer cuando te está gobernando un gilipollas. 

David Marzal 

Licenciado, profesor, superviviente de los créditos universitarios y de tres planes de estudios.

P.D: Los gilipollas nunca quieren ser reconocidos y por eso harán lo imposible para evitar que tengais la capacidad de divisarlos.

4/11/2012

COBARDÍA

Ha llegado la hora de las respuestas. Mientras las entrañas del sistema quedan cada vez más al descubierto y el pus de la indecencia expande el hedor de la infección moral y ética allá por donde pasa la perplejidad va en aumento. Las situaciones pueden afrontarse de diversas maneras y no hay fórmulas mágicas ni recetas milagrosas. Pero lo que nunca debe haber en una decisión es cobardía. La cobardía es la respuesta de la incapacidad creada por el miedo. Tampoco es cuestión de ser un kamikaze y lanzarse a la locura pero cuando uno demuestra cobardía muestra sobre todo su debilidad. 

España es un país valiente, duro, nerviudo, resistente. Pero por desgracia en la época que nos ha tocado vivir nuestros líderes se pliegan a los dictados del terror económico con una facilidad pasmosa. El monstruo no tiene cara pero viste traje y corbata y goza comiendo con sus mandíbulas hediondas derechos y prioridades sociales. El monstruo es casi invisible y a la vez está tan presente que da pavor imaginarlo. Y no, no soy de los que piensan que el monstruo se llama capitalismo. El capitalismo, en contra de lo que muchos creen, no es ni bueno ni malo y existe desde que la Humanidad encontró formas organizativas en sociedad y pasó del trueque al comercio. O, ¿acaso se nos olvida que el capitalismo nace en la alta Edad Media? Sí, sorpréndanse o recurran a los libros de Historia. 

El monstruo se llama chantaje. Lo que España vive en la actualidad es un chantaje que juega con la fisicidad de una modena amenazada y la espiritualidad de una amenaza velada y contínua: la del default. Podemos ponerle los nombres que deseen pero el pánico que asola la sociedad es un entramado de espejos cóncavos y convexos movidos por especialistas en ilusionismo. El dinero es como la materia: Ni se crea ni se destruye solo se transforma. Y hay algunos que han descubierto que pueden transformar desgracia en dinero. 

Quizás si cito a Naomi Klein ya tendré encima a los que hablan de papanatismo de la izquierda. A lo mejor hay que citar a Stiglitz, Koo o Krugman. O a lo mejor tenemos que citar los pecados capitales y la envidia. E incluso podemos citar a Moliére u Oller y sus respectivas versiones sobre la avaricia. Pero por encima de juegos de cultura o argumentos basados en citas hay una cosa clara: La sensación de pérdida de rumbo es cada vez mayor. 

Mariano Rajoy, presidente legítimo y electo por mayoría absoluta, ha demostrado en el dia de hoy que su principal virtud es la cobardía. Eso quería el monstruo. Un líder cobarde que prefiere la salida de un garaje a la tribuna de un Parlamento. Un hombre con tintes ratonescos que se esconde bajo la madera de la desvergüenza mientras con sus dientes amarilleados por los puros socava lo que tanto ha costado crear. Ese es Mariano Rajoy y hoy se ha descubierto en todo su esplendor. 

La estrategia es clara: Huyamos del presidencialismo como hizo Zapatero porque si el presidente se quema nos barren. Zapatero con la piel aún abrasada debe estar en casa cantando ópera a voz en grito. Rajoy cree que esconderse y no dar la cara resuelve algo o le salva. Pero, ¿de verdad cree que huir tapa el problema? No, señor presidentito, no lo tapa. Usted tiene que dar muchas explicaciones y muy bien dadas. Y me dispongo a proponer la batería de preguntas que cualquier periodista en uso total de sus facultades debería hacer. Pero ya sabemos que el periodismo ha pasado a mejor vida:

¿Cree usted que el pueblo español es idiota? ¿Disfruta riéndose en la cara de la gente? ¿Su asesores saben hacer la o con un canuto? ¿Piensa que la gente no se da cuenta de su inoperancia? ¿Siente remordiemientos por los enfermos que van a morir y sufrir por sus recortes? ¿Siente pena por la generación de jóvenes que está tirando a la basura? ¿A qué sabe el coño de Angela Merkel? ¿Y el culo de Sarkozy? ¿Puede explicar usted por qué en Educación y Sanidad sí y en Iglesia y Monarquía no? ¿Por qué hay dinero para recapitalizar bancos y no para recapitalizar familias? ¿Ha leído usted a Kafka? ¿ Puede parar el chantaje? ¿Cree que va a llegar al verano? ¿Se piensa que no sabemos que es usted un títere? ¿Si Zapatero era lepra es usted cáncer? ¿La corrupción qué tal? ¿ Lo de amnistiar delincuentes es una nueva moda de la derecha o una rareza? ¿Piensa que la gente no va a inundar las calles? ¿Puede mirar a los ojos a la gente sin que se le revuelvan las tripas? ¿Tiene alma? ¿Vamos a tener que dilatar mucho más? ¿Tiene usted acciones en empresas farmacéuticas? 

Es la hora de las respuestas. Pero Rajoy es el símbolo de la hora H, que es la hora que precede a las explosiones, mudo, acobardado y desnortado. Había un "payaso" (sic prensa nacional). Ahora hay un mimo.

David Marzal

Escritor y Profesor