AUTOR: Gellida Pérez, César
EDITORIAL: Suma de Letras COLECCIÓN: Conspícua
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2013 (1ª ed) PÁG: 581
Memento Mori, expresión latina que significa "recuerda que morirás",
es el título de la primera y prometedora novela del autor vallisoletano César Pérez Gellida. Ambientada (casi) de manera íntegra en Valladolid, aunque sus referentes mentales son mucho más amplios, dibuja con equilibrio y pocos altibajos un memorable travelling por los tópicos, cuitas y dilemas del género negro.
Siguiendo la (asfixiante) estela de autores como el fallecido Stieg Larsson o haciéndose eco de Cornwell o Highsmith, Pérez Gellida construye un relato ágil claramente marcado por la sintaxis nerviosa y breve y por el rasgo visual.
La influencia cinematográfica, tanto implícita como explícita, mediante citas de las que suponemos son sus películas fetiche, aderezan un texto intrépido. Bien es cierto que su nivel técnico aún puede mejorarse, pero en los tiempos que corren hallar operas primas como esta es de agradecer. Lejos de lo que podríamos suponer, la novela no resulta pretenciosa y no cae en el mcguffin facilón.
De hecho, si hay una virtud que engrandece el relato de Gellida es su amplia cultura clásica y su dominio de los tempos psicológicos. Pese a que algunos personajes están algo desdibujados, la tónica general supera con creces las expectativas. No se trata de personajes tópicos, sino de seres humanos ricos en matices, almenos en los casos protagónicos.
Es justamente el buen tratamiento psicológico de los personajes, clara influencia del determinismo y de las toneladas de novela realista que debe conocer el autor, lo que hace grandes a los personajes. Desde el seductor, frágil e incluso algo calzonazos Ramiro Sancho hasta el magnífico y moralmente ambiguo Carapocha (¡qué acertados los motes!), pasando por la inteligente y enigmática Martina; todo parece encajar.
La acción derivativa se produce en un tempo breve, casi estertóreo, que el autor maneja con pulso firme mediante la consecución de diversas voces. El acertado e inmersivo uso de la primera persona para los momentos de angustia, así como el objetivista y frío uso de la tercera persona para la descripción, junto a la narrativa de acciones contextuales, acaban convenciendo. Incluso se hecha de menos algo más de carnaza en ego y no en te.
Respecto al argumento de la novela, Memento Mori es de aquellas obras que hiela la sangre. Si el género negro es la confrontación del bien y el mal en su estado más puro, la derrota del mal mediante la justicia y la racionalización del mismo para su destrucción, la novela cumple con creces. De hecho, autores como Easton, Keller, Pedrolo o Christie se sentirían reconfortados en la crueldad de algunas escenas.
En cuanto a su originalidad, el gran acierto del relato se basa en la inclusión de diversas canciones (afortunadamente en diversos idiomas) y poemas. Los poemas, creados por el mismo Pérez Gellida, no son baladís y conforman un brevísimo pero más que placentero poemario de raíces simbolistas y referentes clásicos.
Quizás en una voluntad de arte total, casi vanguardista, la novela puede visualizarse, gracias a su rotundidad plástica en la descripción de escenas, sentirse, por la emotividad de algunos pasajes, y escucharse de manera literal.
En definitiva, Memento Mori es una primera obra tensa, robusta en su honestidad de instrumento para el ocio, firme en su voluntad de género y alambicada en cuanto a voces y espacios. Parte de una trilogía que puede correr dos riesgos: Repetirse sobre si misma y acabar perdiendo fuelle, o bien, autohomenajearse desde la sinceridad y ganar en personalidad. Solo Pérez Gellida lo sabe.
A destacar: Su efectivo y no efectista tempo narrativo. La agilidad temporal. La imaginería criminal desde una ficcionalidad estricta, creíble, posible. El tono seco, frío y equilibrado de la descripción. Un final más que sorprendente y no exento de polémica por su justificación. La original y maravillosa inclusión de la música.
A criticar: Se requiere mayor hondura en algunos caracteres. La descripción física de personajes es correcta, pero podría ser más acertada. El riesgo de caer en una dinámica de sorpresa y susto. Que aún queden dos volúmenes y no se pueda tener una visión de conjunto.
David Marzal
Filólogo, profesor de Secundaria y escritor.