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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

11/10/2013

RTVV, una historia de amor

Nos quieren cerrar Canal 9, el canal autonómico de la Comunitat Valenciana. Nos lo quieren cerrar porque han perdido en sede judicial. Nos lo quieren cerrar porque les puede la rabia de saber que la razón y la justicia ha vuelto a darles la espalda. Por eso y porque nunca creyeron en él. Canal 9, único canal que emite en valenciano, es fruto y origen de múltiples quebraderos de cabeza para un Govern que ha perdido el norte, robado el dinero y no sabe donde va. Alberto Fabra no es que sea mal President, es que es un títere impuesto desde Madrid que no sabe por donde le vienen las hostias.

Canal 9 nació, dentro del marco estatutario, como un referente sociocultural destinado principalmente a la difusión del valenciano, el conocimiento cultural del entorno y la informació provincial. Así, los valencianos vimos nacer un canal, el nuestro, en el que por primera vez se hablaba valenciano. Claro que el valenciano es catalán pero no estaban los ochenta para hacer distingos. No sea que las tesis del nacionalismo valenciano perdurasen y nos diera por dejar de rendirle glorias a España. 

El canal creció a base de traducciones de pelis antiguas, series, dibujos animados y mucho provincianismo sano. Se hacían programas de libros, de arte, de cocina, de música...Y oye...No era la BBC pero nos gustaba ver cosas de nuestra tierra, nuestras fiestas, nuestro rollo fallero...Supongo que eso no tiene nada de malo. Pero los tiempos cambiaron y tras la derrota de Lerma llegó un tal Eduardo Zaplana. Y entonces todo cambió...para mal.

Canal 9 empezó a exportar e importar programas. Madrid y Valencia se repartían los colaboradores. Y un día el gran Ximo Rovira va y nos escudella Tómbola. En resumen: Una panda de periodistas garrulos chillando como cerdos en el matadero contra famosos de Madrid que venían a dar empaque a una ciudad moderna. Resultado: Chábeli Iglesisas enfurismada mandándolos a pastar en el primer programa. Pero oiga...El glamour es el glamour. Y la audiencia subía como la espuma. 

Años más tarde, acabado Tómbola, llegaron los debates al más puro estilo zorras contra cabrones. Esto es, cójase a todos los freaks, métalos en un programa y ponga a Cristina Tárrega a presentar. Resultado: Gritos de puta y zorra, vasos rotos, peleas, pelucas voladoras...Un festival en el que despuntó un tal Padre Apeles. Sí, a ese monstruo también lo creamos en el laboratorio valenciano.

Todo lo anterior se producía en un magnífico castellano para que todos lo entendiesen. Todo sea dicho. Incluso algunos se atrevían a decir que era maleducado hablar en valenciano porque ellos no lo entendían. Entenderlo no, pero cobrarlo sí, ¿eh, hijos de puta? Y así fue como llegamos a la fase Madrid vende basura, Valencia emite detritus. ¡Qué momentazos de infausto recuerdo! 

Entonces, ¿por qué se seguía viendo Canal 9? Pues porque era el único espacio en el que salían las fiestas de mi pueblo, por ejemplo. O las bandas de música. Joder, pero si hasta tuvimos un programa de libros de Sánchez Dragó y una tertulia con Isabel Sansebastián. Si fuimos el ejemplo de tele moderna y española con un canal abierto a todo lo que Madrid pensaba. ¡No veas qué guapas las odas a Valencia! ¡Cómo nos doraban la píldora! ¡Qué piropos! ¡Qué abuso del adjetivo! Era miel sobre hojuelas.

Pero algo se rompió...Y fue la llegada del final de Zaplana y las luchas internas del PP las que hicieron llegar a Francesc Camps, luego Francisco por mandato imperativo y ganar puntos en Madrid, a la CHeneralitat. ¡Abran paso! ¡Llegan los blaveros! Listas prohibidas de palabras por sonar muy catalanas, intensificación de los programas folklórikos, aumento del contenido en castellano saltándose los mínimos establecidos, reparto desigual de espacios informativos y unos debates manipulados que te morías de la risa. 

Y todo eso, pagando. Pagando. Pagando. Pagando a una manada de ratas infectas que no solo venían a mentir sino que luego nos despreciaban. Fuimos los paletos de España, los garrulos del nuevoriquismo, los chulitos de las bambas de oro.Y la deuda ascendió en más de un 40%. Canal 9 a la quiebra. Sálvese quien pueda.

Y va Alberto Facha, perdón Fabra, y se dispone a cerrarla después de llevar a cabo un ERE fraudulento que el TSJV declara nulo. Y lo hace por la vía rápida. Por decreto. Y la palabra decreto en Valencia tiene un fondo que nos nos gusta un pelo. Ya con uno nos jodieron toda la Historia, solo nos faltaba otro. Y el señor Facha, perdón Fabra, dice que es innegociable y que es para barracones, perdón escuelas, y tapias de hospital, perdón hospitales. 

Y claro...Se encuentra con una manifa que ha superado a la de 1979 por el Estatut. Fachas, rojos, indepes, nacionalistas, centralistas y hasta de Madrid vinieron para defender Canal 9. ¿Qué ha sucedido? Pues que se les ha roto el amor de tanto usarlo. Abusos sexuales, acoso, chantaje, amenazas, censura, presión, despidos masivos...Y la gente harta. 

Lo gracioso es que los mismos garrulos que vinieron a forrarse (léase Alfonso Rojo et alii) ahora vienen a darnos lecciones de economía y gestión. Los mismos que están día sí y día también en Telemadrid. Los mismos que van de tertulia en tertulia vendiendo como liberal un discurso que es pura catalanofobia indisimulada. Pero, queridos amigos, hasta las falleras tenéis en contra. Las falleras. ¡Qué fuerte! Ahora solo toca esperar. Pero Alberto Facha, perdón Fabra, es ya un cadáver político. Si yo fuera él, que gracias a Dios no lo soy, dimitiría el lunes. Pero eso solo lo hacen las personas que tienen dignidad o un par de cojones. Y este ni una cosa ni la otra. No, Fabra, no nos vas a quitar el gusto de apagar la tele cuando te veamos el careto en ella. Y tampoco la libertad de informarnos en nuestra lengua. Porque RTVV es de todos. De los fachas, de los rojos y de quien quiera sumarse.

David Marzal

Profesor y escritor #RTVVnoestanca

1 comentari:

  1. Basicamente, el mejor resumen que he leído sobre el despilfarre de RTVV y la Comunidad Valenciana!
    Bravo por el analisis

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Es prega sinceritat. Se ruega sinceridad.