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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

4/08/2013

EL HEDOR

La RAE define  "hedor" como "olor desagradable y penetrante". Si nos fijamos en la definición no nombra qué cosas son desagradables o penetrantes. Por ejemplo, el perfume Poison para mí es desagradable y penetrante...Pero no entraría en la definición de hedor por el mismo hecho de ser definido como "perfume". Perfume: Sustancia que se utiliza para dar buen olor. Olor bueno o muy agradable. ¡Un momento! "Que se utiliza para dar buen olor". O sea, para tapar o resolver un hedor.

Vamos a aplicarlo a la política española. El dinero era el perfume que tapaba el hedor de la inconmesurable mierda en la que nos estaban hundiendo. En aquellas épocas de orgiástica felicidad posmoderna, los nuevos ricos se bañaban en los cutrelogos de marcas carísimas, las casas crecían como setas y las noches eran un sinvivir de fiesta y despiporre (desbarajuste según la RAE). Todo era bello, hermoso, fluía como agua cristalina. España iba bien, el euro era lo más, las calles eran nuestras y el futuro resplandecía. Sobre todo era brillante para los chavales que con 16 años ya ganaban 4000 pavos y se iban en Audi A3 a jincar con la novia/novio/amigo entrañable de turno.

Y, ¿qué hacían por aquel entonces muchos jóvenes? Pues otros se dedicaban a una cosa muy digna llamada estudiar y formarse. Todo el día formándonos, forma aquí y forma allá, y formaté y formaté. Venga clases de inglés, venga sesiones de biblioteca, venga tesinas, venga másters, venga doctorados, venga investigación, venga licenciaturas, venga cursos, cursillos, simposios...En fin, un festival de libros y datos que ni Einstein podría concebir.

Pero todo era perfume. Y los perfumes suelen ser muy caros. Carísimos algunos. Busquen en la boutique du Guerlain o la de Cartier...Y, claro está, si no hay perfume huele mal. Empezábamos a olernos que algo malo se acercaba. Bueno, en realidad España ya olía a rancio que daba gusto y bastante a naftalina. Pero como nos habíamos bañado en litros de fragancia monetaria nada parecía avisar la gran bola de olorosa mierda que se nos llevaría por delante.

Empezaron a heder las bocas de los políticos mentirosos, hedían los despachos de corruptos y hedían las bragas y slips de sus amantes testaferros, hedían las decisiones parlamentarias, hedían las sonrisas de cordero con ojos de lobo, hedían las promesas populistas, hedían las campañas electorales financiadas a golpe de mamada institucional, hedían los trabajos basura, hedía el irrisorio nivel cultural de algunos, hedía la telebasura, hedían los cadáveres por recuperar, hedían los tiros en la nuca, hedían los chantajes, hedía la chulería, hedía el ladrillo y hedía la urba de nuevo magnate del opio futbolístico, hedía el coño de la Bernarda y el rosario de la Aurora.

Y ahora que ya no nos queda ni gotita de perfume. ¿Qué podemos hacer? Pues la mejor técnica es la que nunca emplearon, al menos con sus amantes, María Antonieta o Isabel la Católica. Lavarse. Pero ya sabemos qué ocurre cuando la roña está muy incrustada...Que duele el frotar y abrasa la piel. La pena de todo es que el hedor también alcanza a los que nunca se perfumaron porque siempre venían limpios de casa.

David Marzal

Profesor y escritor.

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