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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

11/11/2012

PERIODISTAS EN LA NIEBLA

No les conozco de nada y hoy he llorado por ellos. Podríamos pararnos a lamentarnos pero ya no es tiempo para lágrimas. Demasiado estamos ya llorando la puta crisis. Y siempre lloramos los mismos. Esta crisis se está llevando por delante a los constructores de la sociedad civil. Periodistas unos, profesores otros, sanitarios, bomberos...Pero la punzada que ha sufrido la libertad de expresión es como mínimo una aberración al sentido común. 

El País, El Mundo, ABC, La Razón, Avui, La Vanguardia...Son periódicos con solera, historia viva de nuestro tiempo. Y hoy han machacado una parte de esa historia. Mi contacto con las páginas del diario han sido constantes a lo largo de mi vida. Devorar Babelia un domingo tomando el café, reirme con la última viñeta de Forges, emocionarme con las crónicas desde el extranjero, gritar de impotencia ante portadas como las del 11-M o la muerte de Miguel Ángel Blanco, alegrarme al ver los bellos trajes de los Oscar, sentirme pequeño al ver el avance de la tecnología...Y comentar los editoriales una y otra vez en clase para enseñarles a mis alumnos lo que era periodismo de calidad.

Sería injusto desprenderse de la publicación porque quienes quedaron, supervivientes de la dentellada atroz, tampoco pueden sentirse aforttunados. En mi primer despido lloraron más mis compañeros que yo. Y sé lo que se siente en ambas partes de la barrera. Duele porque al final trabajar es vivir y vivir es compartir. Ese compañero que te saluda, esa sonrisa en el pasillo, la confidencia después de la jornada, la complicidad...Y en el momento que sales por la puerta no piensas en dinero o en futuro sino en lo que atrás dejas. Y los periodistas, magníficos todos, que hoy han recibido de manera cobarde y vergonzosa su sentencia ejecutoria, dejan atrás no solo la Redacción sino a los lectores. 

Como lector de El País me he sentido violentado, indefenso, utilizado. Somos millones los que devoramos las páginas de esta publicación que fue, por ejemplo, la única en España en contar con la exclusiva Wikileaks. El País ha sido un periódico valiente, casi kamikaze a veces, por sus lectores. Y me duele en el alma comprobar que ahora se irá convirtiendo, en manos de una rata cobarde que escribe mails, en un panfletillo de sus intereses burgueses y procaces.

Seguiré, quizás, ojeando las secciones que me interesen, admirando a muchos de los que quedaron....Pero ya nunca será lo mismo abrirlo y sentir sus palabras. Porque ahora sé que las palabras de El País estarán en mayor o menor medida impresas en la tinta del dolor, que es la más difícil de borrar. Me llevo las impresionantes crónicas del Sr. Lobo, la increíble y afilada audacia de Cuéllar, el estrépito alegre y vorazmente seductor de Miriam Lagoa, la afilada visión política de Yoldi, el enrevesado oro apalabrado de Fraguas...En fin, me llevaré a la buena y honesta gente que se ha preocupado para que yo, simple lector, estuviese informado.

Ahora, tras la avalancha de espinas, todo parece vacío. Pero estos profesionales a buen seguro encontrarán un espacio nuevo en el que desarrollarse. Son gente que ha currado duro, que ha sudado tinta en cada información, que ha vivido al límite. Y por eso hagan lo que hagan, vayan donde vayan, siempre recibirán mi apoyo. 

La niebla espesa, fría, cegadora se ha cernido sobre muchos. Pero la única luz que puede y debe ser guía en la niebla es la luz larga. El mirar al futuro. El no rendirse. El saber que, aunque sea fuera de ese espacio, siempre habrá gente con ellos. Hoy nos acostamos un poco más huérfanos, algo más tristes, menos inocentes. Pero a buen seguro nos levantaremos más humanos, más duros, más resitentes, combativos y luchadores. Y hablo en plural porque siempre me he sentido uno más de ese periódico que me trató con respeto, como lector, como ciudadano. Hasta hoy...el día negro en el que un tal Sr. C, no sé si Capullo o Cabrón o Calamidad, ha firmado sentencias vía email. Allá usted con su consciencia Sr. C. La nuestra queda intacta. 

David Marzal Sellés.

Profesor y Escritor.

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