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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

12/03/2012

FRÍO.

Aún no ha llegado el invierno y el frío resulta insoportable. Como si de un avance se tratase las temperaturas traducen el clima general de este país cada vez más congelado, gélido. Frío como el que demuestran nuestros gobernantes al dejar sin asistencia a los discapacitados o al sajar con mano firme la pensión de nuestros mayores. Frío también el que recorre los pasillos de la educación pública al esperar una purga ideológica bajo el epígrafe de reforma educativa. Frío como el que sentimos al ver que los suicidios siguen y nos venden el gran triunfo de saltar a 120000 familias. Frío al comprobar que ya ni en Laponia nos quieren. Frío al sentir que hay gente que se permite el lujo de seguir en su cargo pese a su manifiesta incompetencia. Frío al saber que los mismos que se ponen el lacito rojo recortan un 75% de ayuda frente a la prevención. Frío el que hace en Suiza cuando uno va a ingresar el dinero negro. 

Y ante este panorama solo tenemos un arma que es el calor. El calor de la solidaridad entre gente que ha conseguido toneladas de comida en El Gran Recapte, el calor de las familias que acogen a niños de otras familias, el calor de la gente que sigue manifestándose por lo público mediante magníficas iniciativas como el Abraza Tu Hospital, calor como el que desprende la gente creativa y esforzada que no se rinde, el periodismo crítico o la intelectualidad comprometida. El calor de aquellos que no temen enfrentarse a la realidad y hablar claro. Eso es lo único que nos salvará del frío. Aunque algunos se empeñen desde el frío clima nórdico en convertir el clima mediterráneo en puro Polo Norte. 

David Marzal

Profesor y escritor. 


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