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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

3/11/2012

BILLETE DE IDA

Lo recordaré toda mi vida. Aquella mañana la Universidad despertó con toda normalidad. Acabábamos de llegar y un frio cortante guiado por un viento gélido nos impulsaba a llegar pronto a la Facultad. A primera hora de aquel dia teníamos Historia del Teatro Español siglo XX. Dejé mis cosas sobre la mesa y a los pocos minutos el profesor Rico entró en el aula. Nadie observó nada extraño pero sus palabras de condolencia marcarían nuestras vidas para siempre: "Han matado a cientos de personas en un ataque terrorista...es horrible. Dejaremos para el próximo dia La Casa de Bernarda Alba. Podeis salir. Lo siento. No soy capaz de dar esta clase. Volved a vuestras casas" Recuerdo que estábamos muy cerca de las elecciones, que la Universidad estaba plagada de carteles políticos en ciclos y conferencias. Se hizo un silencio. Un silencio espeso, mantecoso. Me dirigí al aula de informática y entré en la página de El País. No daba crédito. Poco a poco de manrea brutal la gente abandonada las clases y se agrupaban en corrillos o conversaciones improvisadas. La foto de un jóven sangrando por la cabeza apoyado en una farola me quedó grabada en la retina.

Recuerdo también que llamé a Madrid y que una amiga que vivía cerca de Atocha había salvado la vida de milagro porque aquel dia no fue a la Universidad. Llamé a mis amigos de Madrid para preguntar pero ya fue tarde porque las líneas colapsaron. La angustia y la inquietud se iban apoderando de todo el mundo. El número de fallecidos aumentaba de manera exponencial. Los autobuses llegaron antes y llegué a casa sobre las 12:00 de la mañana. Y entonces lo supe, entonces supe que la vida del país se había roto para siempre porque en la cara de mi madre vi el reflejo del llanto y el gesto de la impotencia. ¿Qué pasa? - pregunté. Y mi madre contestó: "Los hijos de puta de ETA que han matado a cientos de personas" Me eché a temblar...no daba crédito. 

Ya me había ocurrido algo similar cuando en el 11-S me tocó hacer un examen de inglés y al llegar a casa cansadísimo decidí dormir la siesta. Al despertarme el mundo había cambiado. Y vi por primera vez en la cara de mi madre el gesto de la trsiteza. La historia se repetía de manera atroz. Atocha...trenes, muerte...bombas...

Pero el impacto mayor, aquello que siempre me quedaría grabado fue la frialdad estratégica de los políticos y el listado de víctimas de nuevo en El País. Leí el caso de un chico de 21 años que antes de subir al tren se despidió de su novia y se fumó un cigarro. Aquel detalle, el del cigarro, me sajó el alma. De manera casi inconsciente me focalizé en él y pensé: "Podría haber sido yo" Me derrumbé y lloré, grité, me desesperé, insulté, maldije y volví a llorar. 

Por eso ahora cada vez que recuerdo aquella fecha pienso en cuánto dolor innecesario han tenido que vivir las familias, cuánto dolor en disputas estériles, cuánta maldad en bastardas peleas por la autoría de un crimen atroz, cuántas lágrimas de impotencia por haber jugado a la muerte por intereses, cuántas víctimas ignoradas y desatendidas, cuánta inquina y cuánto odio en la prenas, cuántos seres deleznables sorbiendo de la sangre el éxito de sus conspícuas elucubraciones, cuánto ruido y qué poco silencio de respeto. 

A cada una de aquellas víctimas la llevo dentro, forman parte de mi y nunca les olvido. Pero es sobre todo aquel chico que fumaba en el andén el que siempre va conmigo. "Podría haber sido yo", he vuelto a pensar hoy. Sí, podría haber sido yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos...los que aquel fatídico dia hubiesen comprado un billete de ida que lo fue al cielo pero nunca al olvido.

Mi recuerdo eterno, siempre, para todas las víctimas del 11-M

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