Las últimas 48 horas han sido en lo
que llevamos de trimestre las más significativas. No sé si ustedes se
habrán dado cuenta pero los teóricos del shock campan a sus anchas
gracias a la complaciente pasividad de la mayoría de la población.
Mientras se conculcan derechos aquí y allá, el Estado del Bienestar es
derruido, el hambre se cierne cada vez sobre máss gente, la enfermedad
se aglutina en colas sin receta, la Educación se pervierte con los
manejos de la inutilidad y la coacción pasa a formar parte del modus
operandi del Gobierno, nuestro Presidente (sí, hay que joderse, es el de
todos) se fuma un buen puro paseando cual Frank Sinatra rancio por
Nueva York. Martínez Soria debe estar descojonándose en su sagrada tumba
al ver semejante paletada.
Los
teóricos del shock están mucho más presentes de lo que usted y yo
podemos llegar a imaginar. Porque la teoría del shock no es una
presencia, es un discurso. Es el discurso de la opresión que permite,
eso sí, bien parapetados en las normas democráticas, destrozar a la
ciudadanía. Comparen el Estado de sus cuentas en todos los sentidos
desde 2003 a esta parte y asómbrense.
Contaba el escritor Manuel de Predolo, insigne literato dedicado a la novela negra, en su obra teatral Homes i no
que cuando un muro se derrumba detrás hay una reja y que cuando la reja
se parte detrás hay otro muro. Cíclica historia de las diversas capas
del autoritarismo y la inmoralidad. Tan cíclicas que las estamos
renovando a toda prisa. Tanta prisa que ya nos han estallado en las
manos.
El
Gobierno simplemente ha perdido el control de la situación. Y lo ha
perdido porque le conviene perderlo. Porque a mayor confusión y locura
mayor aplicación de normas de tapadillo sin comerlo ni beberlo. Hoy
mismo, 26 de septiembre, se ha anunciado por parte de infinidad de
medios (sí, aún hay prensa, aprovechen) que el sueldo de los
funcionarios públicos volvería a ser congelado en 2013. Casualidades de
la vida, por la mañana, el ministro de Defensa (¿o era de Indefensión?)
felicitaba a la polícia por su "espléndida" actuación en las
manifestaciones del 25-S. Tan espléndida que se les recompensa con un
nuevo pullazo en la nómina. Pero tranquilos que hay suficiente ruido
como para tapar las voces de trece mil niños cantores.
Ante esta situación la oposición sigue a lo suyo. Si la imagen del Gobierno es tristérrima la de la oposición es inmovilérrima
(neologismos de la crisis se llaman). Rubalcaba está más perdido que la
barca del arroz. Pero yo también lo estaría. No debe ser plato de buen
gusto entrar a barrer la caca depositada a modo de sedimento legislatura
tras legislatura por unos y otros, tête à tête 36 añazos, ¡toma ya!
Otros partidos están que lo tiran. UPyD sube como la espuma pese a un
discurso trufado de populismo en el que algunas cosas son lógicas y
necesarias y otras son simplemente boutades de medio pelo. IU va de
Robin Hood pero luego descubrimos que no aprueban que los niños dejen de
pagar el tupper. Y los nacionalistas ya están inmersos en procesos
electorales. Mas, incluso, apuesta por la independencia. Yo también
quiero la independencia. Quiero independizarme de la farfolla que nos
desgobierna. Curioso y fabuloso todo.
Y,
¿usted qué hace? Tomaré como prueba el testimonio de tres personas en
las últimas 48 horas. La persona A, mujer, en la cuarentena y con
trabajo, autónoma, dos hijos y una hipoteca, declara que los políticos
necesitan que les den un "sustito", nada grave, pero un "sustito". La
persona B, mujer, cercana a los 76 años, varios hijos, jubilada,
pensionista, declara que en su vida hubiera imaginado "ver España como
está ahora". La persona C, mujer, en la treintena, sin hijos, en paro y
sin perspectivas, declara que si por ella fuera enviaba a todos los
políticos a una isla sin comida para que agonizasen y se les quitasen
las ganas de reirse del pueblo. Lo curioso es que hace tan solo nueve
meses la persona B dijo a C y A que no votasen al insigne fumapuros
porque se iban a arrepentir. ¡Ecco!
Vista la situación me acuerdo constantemente de la novela cumbre de Bret Easton-Ellis, American Psycho,
y de las palabras de Churchill a la Cámara de los Comunes el 13 de mayo
de 1940. Al final de la novela, historia de un yuppi sin escrúpulos que
se dedica a gozar matando, una frase lapidaria cierra la cruenta trama
de crímenes impunes: No hay salida. Tampoco la había cuando el
presidente que salvó a Inglaterra de la invasión nazi y ganó la Gran
Guerra prometió "sangre, sudor y lágrimas". Y así fue. Pero en aquella
época lloraron todos desde lo más alto a lo más bajo. Al final será
cuestión de coger un nabo del terruño y ponerse en plan Scarlett a
gritar aquello de "A Dios pongo por testigo de que nunca volveré a pasar
hambre". Y para los que no crean en Dios siempre les quedará
enfrentarse a la bestia que hemos alimentado e intentar, almenos, no
creerse sus mentiras.
Y
ahora ya pueden volver a sus vidas esperando que esto se solucione
solo. Mientras, Churchill debe estar llorando, lagrimeando y sudando
ante la angustia que debe producir el estado del mundo actual. Tanto
sudar, sangrar y llorar para esto. Y luego algunos políticos se extrañan
si la ciudadanía les mira a cara de perro.
David Marzal
Profesor y Escritor.
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