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Si pulsas en esta célula mi sangre textual circula

1/15/2012

La mirada de Claudia

Claudia tiene los ojos verdes, claros, diáfanas pupilas que dibujan lo que le rodea. Cuando apenas contaba dieciseis años Claudia se enamoró. Fue un amor intenso, bastante tormentoso y desencantador como bien corresponde a su edad. Cada nueva sensación, cada beso y cada abrazo, los guardaba en la caja secreta de su corazón. Claudia nunca dijo que estaba enamorada. Sintió desde el principio una punzante necesidad de ocultación, una siniestra vergüenza invisible que la hacia evitar a toda costa el reconocerse. Si sus padres se hubiesen enterado no hubiesen aprobado aquella relación. Después de todo ella había mantenido relaciones antes del matrimonio y eso no hubiese gustado nada en casa.

Cuando quiso darse cuenta ya era demasiado tarde. No había vuelta atrás y todo se había tornado perverso. El primer insulto que él profirió no parecía un insulto. Incluso se lo dijo en un tono entre irónico y cariñoso. "Mira que eres tonta", le espetó en la mesa del restaurante. Ella, aún inexperta en las lides de la experiencia vital, creyó que él lo decía por su bien. Tenía razón. No saber quién había ganado el partido ese dia la hacía parecer un poco tonta. Asintió con la cabeza y sonrió tímida a la vez que siguió cortando la carne en el plato. Luego vinieron otros insultos que no parecían insultos: "pareces idiota", "anda tontita no te enfades", "¿cómo vas a saber tú hacer eso con lo que te cuesta todo?, "no me gusta que seas tan lanzada". Ysu organismo, su cuerpo entero pero sobretodo sus ojos, fueron dibujando una imagen de si misma. Claudia aprendióa vivir en la debilidad, en la protección lacerante, en el silencio.

Pasados dos años, Claudia decidió que quería estudiar,irse fuera, descubrir nuevos horizontes, formarse. Pero no pudo ser. Él le dijo que si se iba se volvía loco, que jamás podría vivir lejos de ella, que quería que fuese la madre de sus hijos. Ella le creyó y accedió. Después de todo en casa siempre le habían dicho que lo mejor para una mujer era casarse y tener hijos. Que las mujeres que no tenían hijos no eran felices y que por encima de todo tenía que ser madre. Se casaron un verano de calidez variable y lluvias frecuentes. Yfue justo aquella anomalía, aquella estación alocada que no parecía ser lo que debía ser, la que marcó su vida. Justo aquel dia, un mes después de la boda, él le dio el primer bofetón. 

Claudia se sintió aterrorizada, extraña, indefensa, perdida, acobardada. Todo aquello en lo que había creído, todo aquello por lo que había luchado y todas las renuncias que hizo le formaron un inmenso nudo en la garganta. Un dia tras otro Claudia recibía contínuas humillaciones. A él le encantaba atarla a la cama y penetrarla con violencia, obligándola al silencio para no alertar a los vecinos. También le gustaba encerrarla en casa durante dias. Siempre se llevaba las llaves y el teléfono. 

Sus ojos se tornaron oscuros, hundidos, faltos de brillantez y surcos morados enmarcaban sus ojos un dia sí y otro también. Apenas dormía, dejó de comer y perdió peso. Cuando él volvía a casa le decía que estaba asquerosa, que era una mierda, que prefería mil veces a las otras tias que se follaba que a ella. Y Claudia perdió inluso las fuerzas para llorar. 

Su madre se lo dijo claro: "El matrimonio es aguantar hija mia. ¿Qué más da si él te quiere? Y le dio un beso en la frente, aún marcada por el último golpe. Cuando la puerta se cerró Claudia apenas podía respirar. Desesperada, sin poder salir de casa, se encogió en un rincón de la cama. Cuando él volvió la circulación se le paró en seco. Respiró hondo y fue a darle la bienvenida. Él la apartó: "Lávate anda...que hueles a mierda" Ella le hizo caso. Entro en el baño y se duchó. Cuando vio su imagen en el espejo se sintió desolada. Y entonces tomó la decisión más importante de su vida. 

Cuando él dormía sacó lentamente las llaves de su pantalón. Se acercó a la puerta con el camisón puesto. Abrió la puerta, corrió escaleras abajo y llamó a la vecina, una mujer mayor pero bastante amable. "Qué te pasa chiquilla?" - preguntó doña Asunción. "Mi marido,mi marido va a matarme...¡Ayúdeme!" - gritó desesperada. "Yo no quiero lios, chiquilla. Las cosas del matrimonio quedan en el matrimonio. No puedo hacer nada" Y le cerró la puerta en las narices.

Desesperada Claudia tuvo que volver a casa. Cuando entró él la esperaba en el pasillo. La arrastró a la habitación, la golpeó, le clavó varias veces el puño en los riñones, la pateó en el suelo, le escupió e insultó. Perdida ya la conciencia poco podía hacer. Cuando las manos de él le agarraron el cuello supo que iba a morir. Antes de irse le miró fijamente pero la mirada de Claudia ya no miaraba nada más que un vacio. 

Cuando la policía descubrió el cadáver un agente dijo: "A esta chiquilla no la ha matado solo su marido."

En defensa de todas las mujeres que sufren el terrorismo machista. Ni una víctima más.

                                                                                                                                               David Marzal

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