La piedad es ese sentimiento que te invade ante la debilidad extrema de otro, el último suspiro de bonhomía antes del desastre, el pequeño espacio íntimo ante el derrumbe, la falta de crueldad ante la desgracia ajena, la súplica del herido ante el verdugo, el llanto del moribundo ante el asesino, la fragilidad del corazón ante la víctima, la destrucción del odio ante el derrotado, la petición de socorro ante el desastre, la finalización del dolor ante el sufrimiento...y una foto demoledora.
La imagen ha ganado el World Press Photo y ha conmovido a tirios y troyanos. Cuando pensábamos que el mundo estaba acabado, que ya no quedaban miradas que lo purificasen de tanto odio y despecho, agotadas ya las reservas de la paciencia y el coraje, un jóven fotógrafo, desconocido para la mayoría de personas que no están dentro del mundo de la prensa gráfica, ha revuelto el panorama. Su nombre: Samuel Aranda.
La Pietà o Piedad es uno de los tópicos más recurrentes del arte a lo largo de los siglos. Será el Renacimiento italiano el que proponga el modelo definitivo mediante una escultura en mármol de busto redondo y acabado realista esculpida por Miguel Ángel. La escultura de una mujer, Piedad, sosteniendo el cuerpo de un Jesús moribundo, madre e hijo en el último y estertóreo dolor, atraviesa la firmeza de la piedra situando el cuerpo en un desesperado escorzo que acentua la diagonal descendente del conjunto y situa el punto de visión en el rostro de la virgen. La posición del brazo de Jesús, tendente al suelo y lánguido, repercute en el conjunto que transmite una destrucción lenta y pasmosa. Se trata pues del retrato de un agotamiento, de una agonía salvaje y hermosa a la vez.
La foto de Samuel Aranda va un paso más allá. Manteniendo la estructura original almenos en parte redibuja el simbolismo de la primera y convierte a la mujer en una protectora desprotegida. Mientras que la concepción de Miguel Ángel nos habla de una mujer sufriente pero firme, la de Aranda nos habla de una mujer destruida, oculta, sin resuello. Mientras Miguel Ángel esculpe hasta la última lágrima, Aranda no puede retratarla porque un velo inquisidor no lo permite. La posición del moribundo en el caso de Miguel Ángel presenta una posición de decaimiento pero en la foto de Aranda esa posición se torna derrumbamiento. Son dos cuerpos derrumbados sientiendo piedad uno del otro.
Pero es en los pequeños detalles donde la foto se vuelve aún más testimonial y firme respecto al drama que representa. Si nos fijamos en las manos de la mujer que sostiene a su hermano moribundo lleva puestos unos guantes. Son esos guantes los que llegan a esconder incluso el último milímetro de piel y acentuan una asepsia que no es la del sanitario sinó la de nuestros ojos. Al igual que esos guantes nuestros ojos se mantienen demasiado asépticos al dolor.
Y por último la posición de la cabeza. En la composición clásica la cabeza de Jesús decae hacia atrás, se apoya moribunda en el regazo de la Pietà. Pero en el caso de Aranda la cabeza se resiste a descender y son las venas del cuello como pliegues miguelangelescos los que marcan un grito desgarrado. Es la primera foto con sonido que he visto en mi vida.
A nivel simbólico la foto de Aranda representa con crudeza lo grande que puede llegar a ser el ser humano. Sin esperanza, sin vida, sin nada...pero resistiéndose a morir solo. Y ahí está la clave: la Pietà clásica es la historia de un abandono de la vida, de la aceptación sacrosanta de un destino, la resignación al dolor. La Piedad de Yemen de Aranda es un canto a la resistencia, a la lucha por sobrevivir, a la no resignación ante el horror...a la búsqueda en definitiva de la dignidad en el prójimo y en nosotros mismos. Gracias, Aranda, por fotografiar la dignidad.
gràcies ,emocionant!
ResponEliminaL'art sempre és emocionant (i dolorós) ;)
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